La ruta más conocida para ascender a esta mÃtica cima; desde la pradera de Ordesa, pasando noche en el refugio de Góriz. Más vÃdeos realizados por el autor en www.mendivideo.com
Ascensión en dos jornadas desde Panticosa. Dormà en la cabaña del Puerto, la última de las tres por las que pasas durante la ascensión.
El Kilimanjaro es un auténtico imán para muchos que visitan Africa. Sin embargo, antes de ascender esta legendaria cima, merece la pena aclimatarse en el Meru. Un viejo volcán mucho menos saturado que el Kili.
![]() [+] click para ampliar amanecer en la cresta del Meru |
![]() [+] click para ampliar La cresta cimera del Meru |
![]() [+] click para ampliar Uhuru Peak desde Gillman's point |
![]() [+] click para ampliar El glaciar rompe en la cima formando espectaculares paredes de hielo |
![]() [+] click para ampliar El Kili a la luz de la luna |
Ascensión al Meru (4566 M.)
Una de las anécdotas que dotan a esta ascensión de particular encanto es que, además del caracterÃstico guÃa, cocinero y porteadores que te acompañan, es obligada la compañÃa de un?ranger? armado con un viejo fusil, ya que estás rodeado de animales salvajes durante los dos primeros dÃas (al menos eso dicen, porque lo único que vimos fue la boñiga seca de un presunto leopardo).
La primera jornada transcurre a través de un espectacular paisaje selvático (mucho más auténtico que el de la Marangu Route del Kili). Tras pasar una noche en el refugio Miriakamba, más amplio y confortable que algunos de los que encuentras por los Pirineos, continuamos las ascensión al refugio Saddle. Por el camino tienes unas maravillosas vistas sobre el escarpado cráter cimero, con un acantilado de 1.500 m. de desnivel. Como llegamos pronto y bastante frescos, aprovechamos la tarde para subir al Little Meru, de 3.900 m. Arriba no se veÃa nada y nada más comenzar a bajar, nos cayó encima una maravillosa lluvia tropical que nos dejó completamente empapados. Esa misma madrugada, a eso de la una y envueltos en una espesa niebla que la luz de nuestro frontal cortaba como un cuchillo, comenzamos el ataque a la cumbre. Avanzábamos despacio, desorientados por la poca visibilidad y pegados al guÃa y al ?ranger?. El terreno se tornó rocoso y en algunos puntos era tan empinado que habÃa que usar las manos. Paramos en mitad de la nada a beber una reconfortante taza de té. Un irlandés que se juntó con nosotros, dotado de una genuina tripa al más puro estilo Guinness, se dio media vuelta (llevábamos más de tres horas subiendo y quedaba otro tanto). Al cabo de un buen rato, como por arte de magia, la niebla se disipó y pudimos disfrutar de una frÃa, pero estrellada noche. Un inolvidable amanecer nos encontró al borde del cráter cimero. Los últimos metros eran los más empinados. HabÃa que trepar y ello con la dificultad añadida de la altura. Desde la cima veÃamos el mÃtico Kilimanjaro, parcialmente tapado por un grueso manto de nubes. Por lo demás las vistas eran espectaculares, sobre todo hacia el gigantesco cráter derrumbado.
Lo peor del Meru no es subirlo. Lo peor es que tras el esfuerzo que supone coronarlo, has de bajar de golpe todo lo que te llevó varios dÃas subir. Estamos hablando de un desnivel de ¡¡3.000 metros!!! Una auténtica prueba de fuego para tus rodillas. Y por si fuera poco, al dÃa siguiente al Kili.
Ascensión al Kilimanjaro (5.895 metros).
De las distintas rutas que suben, elegimos la de los vagos, es decir, la Marangu Route, también llamada Touristic Route o más peyorativamente, Coca-Cola Route (La Machame es la Whisky Route). Y ello fundamentalmente porque querÃamos pernoctar en cómodos refugios, que uno ya ha chupado suficiente tienda de campaña cuando era más joven. Como Internet está llena de gente que cuenta su subida al Kilimanjaro, no me voy a extender demasiado.
Los primeros dÃas no tienes la sensación de estar ascendiendo una montaña y menos una gran montaña, sino de estar realizando un maravilloso y relajado trekking. Es cuando llegas a Kibo, el último refugio situado a 4.700 m., cuando te enfrentas a la auténtica montaña. Llegamos a Kibo envueltos en nubes y comenzando a nevar. Durante la tarde la nevada arreció y nuestro ánimo se enturbió un poco, como el tiempo. Cenamos un inmenso, pero solitario plato de patatas fritas mientras que los otros grupos daban cuenta de desbordantes platos de pasta (creo que nuestro cocinero no estaba muy por la labor esa noche). Nos metimos al saco, intentamos dormir unas horas y a las once y media de la noche toque de diana. Salté del saco y salà corriendo del refugio. Casi me desmayo. Ante mi, un inconmensurable cielo estrellado, con una gigantesca luna (nadie usó la frontal) y la empinada pared que lleva a Gillman?s Point maravillosamente nevada. Pole pole (despacio, despacio en swahili) Ãbamos avanzando mientras las horas pasaban. Paradita para reponer fuerzas en la gruta de Hans Meyer y continuamos hacia Gillman?s. Poco a poco, conforme ganábamos altura, la gente se iba descolgando (de los once montañeros que salimos de Kibo, cuatro alcanzamos la cumbre). Nos sorprendió el amanecer en Stella Point, un collado donde confluye la Machame Route. Atrás ya habÃa quedado Gillman?s Point. Lo más duro habÃa pasado. Unos metros más y Uhuru Peak, el techo de Africa. Cámara de vÃdeo en mano llegué a la mÃtica cima, desprovista de nieve y con un gran cartel de madera donde te felicitan por estar en el punto más alto del continente. Abrazo al guÃa y como el tiempo era fantástico, estuve veinte minutos grabando desde tan privilegiada atalaya. A destacar las impresionantes paredes de hielo puro de los glaciares que caen sobre el cráter. Respecto a la altura, siempre creà que se notarÃa mucho más la sensación de estar a casi 6.000 metros, lo cual, además de sorprenderme, me dio ánimos para futuros y más ambiciosos proyectos. Subir de Kibo a Gillman?s te lleva unas cinco horas, bajarlo, gracias a que el terreno es básicamente ceniza volcánica y puedes ?esquiar?, no te lleva más de tres cuartos de hora.
Después de haber vivido esta bonita experiencia, mi consejo es que si vas a intentar subir el Kilimanjaro, vete antes al Meru y no sólo para aclimatarte mejor, sino porque es una cumbre realmente hermosa. Lo malo es que, incluso en la montaña, el pez grande (El Kili) se come al chico (El Meru). Una lástima.